I
Él la llama para saludarla, darle las
buenas noches y ella se moja al oír su voz.
Él mientras tanto va arriba de un taxi.
Ella lo escucha pacientemente mientras él
le cuenta que va a su oficina porque lo han nombrado gerente del proyecto.
Ella bromea y comienza a imaginar el
futuro cercano -una deliciosa cogida de felicitación- pues no puede verse más allá, no con él.
Él mientras tanto apunta su arma con la otra mano
al pasajero del taxi, el chofer es un guiñapo que sólo se dedica a conducir.
Quizás sea el mentor de la idea, quizás
no exista nada más excitante que ver por el retrovisor como secuestran a alguien y le apuntan con un arma a la cabeza.
Él no trae cargada el arma pero ella no
lo sabe, pues si supiera cómo él goza de su arma en aquel instante íntimo, ella
sería la mujer más húmeda del mundo.

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