Es inevitable para muchas personas prejuiciar y criticar sin más mis deseos de seguir dando pecho a mi hija, en muchos casos se trata de que "mi leche ya no sirve" (claro el cuerpo y la naturaleza son idiotas), o que "le va a hacer daño la chichi después del año" (vaya a volverse lesibiana o pervertida, como la madre), que si ya tiene dientitos (será que les preocupa mi bienestar y no quieren que me muerda), que si ya come de todo (la leche materna es parte de "todo", supongo). Pues bien gente, otra razón para que enjuicien, atendiendo a su moral, cuando doy chichi me orgasmeo.
Para mí es inevitable sentir harto gusto y deseo de darle la teta a cada rato a mi hija, y sí, a cada rato pues de repente la agarra como "shot" de lechita después de un rato de juego, o cuando esta haciendo berrinche o se encuentra molesta o triste (porque sepan que les bebés si tienen sentimientos y no son solo entes manipuladores de padres y madres). Me encanta sobre todo darle lechita en las noches, para dormirla, en la penumbra de mi habitación, después de un rico bañito relajante, después de darle un masajito con aceite de lavanda y darme uno yo también, ese rico momento en el que sé que me toca descansar la espalda, los pies, y me puedo recostar a su lado a escuchar su blas blash gush gush y sentir sus caricias en mi cara, en la chichi que tiene libre y ahí comienza todo.
Tanta oxitocina y prolactina corriendo en mi cuerpa y hacia la cuerpa de mi guagua, ese momento amoroso que vamos construyendo noche con noche, es el marco perfecto para llegar a ese punto de gozo poderoso, de éxtasis y placerque mi cuerpa entera siente, y retiembla. Comienza con esa sensibilidad en la teta que succiona mi niña, el saber que le transmito alimento y amor, comienza a recorrer mi cuerpa, me tiene en una plácida comodidad entre las almohadas, le huelo el cabello, su olor es delicioso, sus manitas me siguen acariciando, voy sintiendo ese placer por toda la cuerpa, ese pequeño recorrido de sensaciones desde la cabeza hasta los dedos de los pies y llega, ahí esta esa pérdida de conciencia del tiempo, del espacio, del mundo exterior, somos ella y yo juntas, creciendo, gozando, compartiendo, sintiendo, me sonrío y ella me ve y se sonríe, me acaricia la boca y claro, mete sus deditos en mi boca.
Todo ello que he sentido a lo largo de poco mas de un año mientras lacto a mi Leona solo le puedo dar un nombre: orgasmo.

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