sábado, 30 de noviembre de 2013

Nada


¡Ningún pastor y un solo rebaño!
Todos quieren lo mismo
Todos son iguales
Quien tiene sentimientos distintos
marcha voluntariamente al manicomio.

Ahora me toca preguntar:
¿Qué no estamos ya en él?
Viéndolo a cada día, viviendo en él,
viendo las caras vacías que adornan sus ramas
para parecer más naturales.

¿No son locos los que se infligen
para gustarle a los demás
y no a sí mismos?

¿No estamos llenos de nada
y al verlo con real claridad
nos asusta y hasta nos disgusta?

Alguna vez nos preguntamos
¿Hay como deber existencial
gustarle a la sociedad?
La cual se llama a sí misma normal
y propone estereotipos a seguir,
y lo peor, ¿acaso no los seguimos?

¿Acaso no soy una loca más
que solo lucha por verse ganar
y no tomar a los demás como
una buena invención de la verdad?

Yo solo pensaba reflexionar
y tan solo huyendo de esto acabé
como una niña que teme no acabar
con el miedo que le tiene a su mamá,
y como ladrón que solo puede ocultar
y nunca dar la cara a la realidad.

lunes, 28 de octubre de 2013

Para acabar con la masacre del cuerpo por Félix Guattari


  1. Artillería Inmanente: Félix Guattari / Para acabar con la masacre del cu...

Cuales sean las pseudotolerancias de que haga alarde, el orden capitalista bajo todas sus formas (familia, escuela, fábricas, ejército, códigos, discursos…) continúa sometiendo toda la vida deseante, sexual, afectiva, a la dictadura de su organización totalitaria fundada sobre la explotación, la propiedad, el poder masculino, la ganancia, el rendimiento…
Infatigablemente, continúa su sucio trabajo de castración, de aplastamiento, de tortura, de encuadramiento del cuerpo para inscribir sus leyes en nuestras carnes, para clavar en el inconsciente sus aparatos de reproducción de la esclavitud.
A fuerza de retenciones, de éxtasis, de lesiones, de neurosis, el Estado capitalista impone sus normas, fija sus modelos, imprime sus caracteres, distribuye sus roles, difunde sus programas… Por todas las vías de acceso en nuestro organismo, sumerge en lo más profundo de nuestras vísceras sus raíces de muerte, confisca nuestros órganos, desvía nuestras funciones vitales, mutila nuestros goces, somete todas las producciones vividas al control de su administración patibularia. Hace de cada individuo un lisiado, cortado de su cuerpo, extranjero a sus deseos.
Para reforzar su terror social experimentado como culpabilidad individual, las fuerzas de ocupación capitalista con su sistema cada vez más refinado de agresión, de incitación, de chantaje, se ensañan en reprimir, en excluir, en neutralizar todas las prácticas deseantes que no tienen por efecto reproducir las formas de la dominación.
Así se prolonga indefinidamente el reino milenario del goce desdichado, del sacrificio, de la resignación, del masoquismo instituido, de la muerte: el reino de la castración que produce al sujeto culpable, neurótico, laborioso, sumiso explotable.
Este viejo mundo que por todas partes apesta a cadáver, nos horroriza y nos convence de la necesidad de llevar a cabo la lucha revolucionaria contra la opresión capitalista en el lugar en el que está más profundamente arraigada: en lo vivo de nuestro cuerpo.
Es el espacio de este cuerpo con todo lo que produce de deseos al que queremos liberar de la influencia extranjera. Es en este lugar que queremos trabajar para la liberación del espacio social. No hay frontera entre los dos. yo me oprimo porque yo es el producto de un sistema de opresión extendido a todas las formas la vida.
La conciencia revolucionaria es una mistificación siempre que no pasa por el cuerpo revolucionario, el cuerpo productor de su propia liberación.
Son las mujeres en rebelión contra el poder masculino —implantado durante siglos en sus propios cuerpos—, los homosexuales en rebelión contra la normalidad terrorista, losjóvenes en rebelión contra la autoridad patológica de los adultos, quienes han comenzado a abrir colectivamente el espacio del cuerpo a la subversión y el espacio de la subversión a las exigencias inmediatas del cuerpo.
Son ellas, son ellos, quienes han comenzado a desafiar el modo de producción de los deseos, las relaciones entre el goce y el poder, el cuerpo y el sujeto, tales que funcionan en todas las esferas de la sociedad capitalista e incluso en los grupos militantes.
Son ellas, son ellos, quienes han quebrado definitivamente la vieja separación que divide a la política de la realidad experimentada para el máximo beneficio de los gerentes de la sociedad burguesa como de aquellos que pretenden representar a las masas y hablar en su nombre.
Son ellas, son ellos, quienes han abierto los canales de la gran sublevación de la vida contra las instancias de muerte que no cesan de insinuarse en nuestro organismo para someter cada vez más sutilmente la producción de nuestras energías, de nuestros deseos, de nuestra realidad, a los imperativos del orden establecido.
Una nueva línea de ruptura, una nueva línea de ataque más radical, más definitiva, es trazada, a partir de la cual se redistribuyen necesariamente las fuerzas revolucionarias.
Ya no podemos soportar que se nos robe nuestra boca, nuestro ano, nuestro sexo, nuestros nervios, nuestros intestinos, nuestras arterias… para hacer las piezas y las labores de la innoble mecánica de la producción del capital, de la explotación y de la familia.
Ya no podemos permitir que se hagan de nuestras mucosas, de nuestra piel, de todas nuestras superficies sensibles, de las zonas ocupadas, controladas, reglamentadas, prohibidas.
Ya no podemos soportar que nuestro sistema nervioso sirva de transmisor en el sistema de explotación capitalista, estatal, patriarcal, que nuestro cerebro funcione como una máquina de suplicios, programada por el poder que nos cerca.
Ya no podemos sufrir el liberar, al retener nuestras cogidas, nuestra mierda, nuestra saliva, nuestras energías, conforme a las prescripciones de la ley y sus pequeñas transgresiones controladas: Queremos hacer trozos al cuerpo frígido, al cuerpo encarcelado, al cuerpo mortificado, que el capitalismo no cesa de querer construir con los desechos de nuestro cuerpo viviente.
Este deseo de liberación fundamental para introducirnos a una práctica revolucionaria llama a que salgamos de los límites de nuestra persona, que volquemos en nosotros al sujeto, que salgamos de la sedentariedad, del estado civil para atravesar los espacios del cuerpo sin fronteras, y vivir en la movilidad deseante más allá de la sexualidad, más allá de la normalidad, de sus territorios, de sus repertorios.
Es en este sentido que algunos hemos sentido la necesidad vital de liberarnos en comúnde la influencia que las fuerzas de aplastamiento y de captación del deseo han ejercido y ejercen sobre cada uno de nosotros en particular.
Todo lo que hemos vivido sobre el modo de la vida personal, íntima, lo hemos tratado de abordar, de explorar, de vivir colectivamente. Queremos derrumbar el muro de concreto que separa, por el interés de la organización social dominante, el ser del parecer, lo dicho de lo no-dicho, lo privado de lo social.
Hemos comenzado a descubrir juntos toda la mecánica de nuestras atracciones, de nuestras repulsiones, de nuestras resistencias, de nuestros orgasmos, de señalar al conocimiento común el universo de nuestras representaciones, de nuestros fetiches, de nuestras obsesiones, de nuestras fobias. Lo inconfesable ha devenido para nosotros materia de reflexión, de discusión pública, de explosiones políticas en el sentido en el que la política manifiesta en el campo social las aspiraciones irreductibles de lo viviente.
Hemos decidido romper el insoportable secreto que el poder hace caer sobre todo lo que toca al funcionamiento real de las prácticas sensuales, sexuales, afectivas, como hace caer sobre el funcionamiento real de toda práctica social que produce o reproduce las formas de la opresión.

Destruir la sexualidad

Al explorar en común nuestras historias individuales, hemos podido medir hasta qué punto toda nuestra vida deseante está dominada por las leyes fundamentales de la sociedad estatal, capitalista, de tradición judeocristiana; y en efecto subordinada a sus reglas de eficacidad, de plusvalor, de reproducción. Al confrontar nuestras experiencias singulares, sin importar qué tan libres podían habernos parecido, nos hemos dado cuenta de que no cesamos de conformarnos en los estereotipos de la sexualidad oficial, la cual reglamenta todas las formas de lo vivido y extiende su administración desde las camas matrimoniales a las casas de prostitución, pasando por los baños públicos, las pistas de baile, las fábricas, los confesionarios, las sex-shop, las prisiones, los liceos, los autobuses, las casas de orgías, etc…
Esta sexualidad oficial, esta sexualidad sin adjetivos, no hay duda para nosotros de que no queremos acondicionarla como se acondicionan las condiciones de detención. Sino destruirla, suprimirla, porque no es más que una máquina de castración y recastración indefinida, una máquina para reproducir en todo ser, en todo tiempo, en todo lugar, las bases del orden esclavista. La sexualidad es una monstruosidad, así sea en sus formas restrictivas, o en sus llamadas formas permisivas, y está claro que el proceso de liberalización de las costumbres y de erotización promocional de la realidad social organizada y controlada por los gerentes del capitalismo avanzado no tienen otro objetivo que hacer más eficaz la funciónreproductora de la libido oficial. Lejos de reducir la miseria sexual, estos tráficos no hacen otra cosa que alargar el campo de las frustraciones y de la carencia, que permite la transformación del deseo en necesidad compulsiva de consumir y asegurar la producción de la demanda, motor de la expresión capitalista. De la inmaculada concepción a la puta publicitaria, del deber conyugal a la promiscuidad voluntarista de las orgías burguesas, no hay ninguna ruptura. Es la misma censura la que está obrando. Es la misma masacre del cuerpo deseante la que se perpetua. Simple cambio de estrategia.
Lo que queremos, lo que deseamos, es reventar la pantalla de la sexualidad y sus representaciones para conocer la realidad de nuestro cuerpo, de nuestro cuerpo viviente.

Eliminar el adiestramiento

Este cuerpo viviente queremos liberar, desencuadernar, desbloquear, descongestionar, para que libere sobre sí mismo todas las energías, todos los deseos, todas las intensidades aplastadas por el sistema social de inscripción y de adiestramiento.
Queremos recuperar el pleno ejercicio de cada una de nuestras funciones vitales con su potencial integral de placer.
Queremos recuperar las facultades que son tan elementarias como el placer de respirar, el cual ha sido literalmente estrangulado por las fuerzas de opresión y contaminación, queremos recuperar el placer de comer, de digerir, perturbado por el ritmo de rendimiento y la sucia comida producida y preparada según los criterios de la rentabilidad mercantil; el placer de cagar y el goce del culo sistemáticamente masacrado por el adiestramiento intrusivo de los esfínteres, por el cual la autoridad capitalista inscribe incluso en la carne sus principios fundamentales (relaciones de explotación, neurosis de acumulación, mística de la propiedad, de la limpieza, etc.); el placer de masturbarse felizmente sin vergüenza, sin angustia ni por fracaso o compensación, sino simplemente el placer de masturbarse; el placer de vibrar, de murmurar, de hablar, de caminar, de moverse, de expresarse, de delirar, de cantar, de jugar con su cuerpo de todas las maneras posibles. Queremos recuperar el placer de producir placer, de crear, despiadadamente anulado por los aparatos educativos encargados de fabricar trabajadores (consumidores obedientes).

Liberar las energías

Queremos abrir nuestro cuerpo al cuerpo del otro y de los otros, dejar pasar las vibraciones, circular las energías, combinar los deseos para que cada uno pueda dar libre curso a todas sus fantasías, a todos sus éxtasis, para que pueda vivir por fin sin culpabilidad, sin inhibición de todas las prácticas voluptuosas individuales, duales o plurales, que tenemos imperiosamente necesidad de vivir para que nuestra realidad cotidiana no sea esta lenta agonía que la civilización capitalista y burocrática impone como modelo de existencia a aquellos que enrola. Queremos extirpar de nuestro ser al tumor maligno de la culpabilidad, raíz milenaria de todas las opresiones.
Sabemos evidentemente los formidables obstáculos que tendremos que superar para que nuestras aspiraciones no sean solamente el sueño de una pequeña minoría de marginados. Sabemos en particular que la liberación del cuerpo, de las relaciones sensuales, sexuales, afectivas, extáticas, están indisolublemente ligadas a la liberación de las mujeres y a la desaparición de cualquier especie de categorías sexuales. La revolución del deseo pasa por la destrucción del poder masculino, de todos los modelos de comportamiento y de emparejamiento que imponga así como pasa por la destrucción de todas las formas de opresión y de normalidad.
Queremos terminar con los roles y las identidades distribuidos por el Falo.
Queremos terminar con toda especie de asignación a una residencia sexual. Queremos que no haya más entre nosotros hombres y mujeres, homosexuales y heterosexuales, poseedores y poseídos, mayores y menores, amos y esclavos, sino humanos transexuados, autónomos, móviles, múltiples; seres con diferencias variables, capaces de intercambiar sus deseos, sus goces, sus éxtasis, sus ternuras, sin tener que hacer funcionar algún sistema de plusvalor, algún sistema de poder, si no es sobre el modo del juego.
Partiendo del cuerpo, del cuerpo revolucionario como espacio productor de intensidades subversivas y como lugar en el que se ejercen al final de cuentas todas las crueldades de la opresión, al conectar la práctica política a la realidad de este cuerpo y sus funcionamientos, al buscar colectivamente todas las vías de su liberación, ya hemos producido una nueva realidad social en la cual el máximo de éxtasis se combina con el máximo de consciencia. Ésta es la única vía que puede darnos los medios para luchar directamente contra los efectos del Estado capitalista ahí donde se ejerce directamente. Éste es el único paso que nos puede hacer realmente fuertes contra un sistema de dominación que no cesa de desarrollar su poder, de debilitar, de fragilizar, a cada individuo para constreñirle a suscribir sus axiomas. Para reducirlo al orden de los perros.



Texto publicado originalmente de manera anónima en la revista francesa Recherches n° 12, 1973, intitulada “Tres mil millones de pervertidos: Gran enciclopedia de las homosexualidades”, en la que entre otros participaron Gilles Deleuze, Michel Foucault, Jean Genet, Guy Hocquenghem y Jean-Paul Sartre. El gobierno francés decomisó y destruyó todos los ejemplares de la revista y tomó cargos contra Félix Guattari, director de la publicación, acusándolo de “afrontar a la decencia pública”.

viernes, 4 de octubre de 2013

viernes, 27 de septiembre de 2013

Otros cuerpos existen

Por: Mar Cambrollé, Presidenta de ATA- Sylvia Riera, de la Coordinadora Girasol y de la Federación Estatal de Transexuales.

La sociedad machista, heterosexista, sexista y cisexista se encarga de controlar que nada escape de su norma; en este ejercicio de control de los cuerpos y de la sexualidad de los individuos, las mujeres hemos tenido negada la sexualidad y la autonomía de nuestros cuerpos, de igual manera todo aquello que no sabe explicar o no se ajusta a los patrones exclusionistas y normativos en la expresión del género, es marginado y calificado de anti natural.
La “genitalización” como expresión máxima del control de los cuerpos,  se sustenta en la predeterminación de la identidad sexual de mujeres y hombres en función de la genitalidad; si eres mujer, vagina y si eres hombre, pene. La invisibilidad en la historia del arte de oTros cuerpos de mujeres y hombres como expresión de la diversidad humana,  ha reforzado esta “norma”, contribuyendo con ello al tabú de los oTros cuerpos sexuados y como objeto de deseo.
Visibilizar que exisTen oTros cuerpos de mujeres y hombres, es fundamental para que la sociedad y los propios individuos se conciencien que la naturaleza es diversa en la forma de ser, representar el género y en la orientación sexual. Haber interiorizado la “genitalización” de los cuerpos en relación a la identidad sexual de los individuos, hace que mujeres y hombres transexuales que no se justan a esta “norma” impuesta, vivan como un tabú la sexualidad y la visibilidad de sus cuerpos. Ello no está en contraposición de quienes desean para su felicidad y equilibrio emocional, en definitiva para su salud,  tener una genitalidad acorde con su identidad sexual; es parte de la diversidad también.
Una sociedad diversa y respetuosa debe garantizar que todos los individuos se expresen y desarrollen libremente, por ello, ninguna norma puede imponerse como única, autentica, natural, sobre la expresión diversa de la naturaleza humana. ¡¡ OTros cuerpos de Hombre y Mujeres exisTen y son Bellos como expresión de la Diversidad Humana !!  

lunes, 23 de septiembre de 2013

La culpa es de uno

Mario Benedetti

Quizá fue una hecatombe de esperanzas

un derrumbe de algún modo previsto

ah pero mi tristeza solo tuvo un sentido


todas mis intuiciones se asomaron

para verme sufrir

y por cierto me vieron

hasta aquí había hecho y rehecho

mis trayectos contigo

hasta aquí había apostado

a inventar la verdad

pero vos encontraste la manera

una manera tierna

y a la vez implacable

de desahuciar mi amor

con un solo pronostico lo quitaste

de los suburbios de tu vida posible

lo envolviste en nostalgias

lo cargaste por cuadras y cuadras

y despacito

sin que el aire nocturno lo advirtiera

ahí nomás lo dejaste

a solas con su suerte

que no es mucha

creo que tenés razón

la culpa es de uno cuando no enamora

y no de los pretextos

ni del tiempo

hace mucho muchísimo

que yo no me enfrentaba

como anoche al espejo

y fue implacable como vos

mas no fue tierno

ahora estoy solo

francamente

solo


siempre cuesta un poquito

empezar a sentirse desgraciado

antes de regresar

a mis lóbregos cuarteles de invierno

con los ojos bien secos

por si acaso

miro como te vas adentrando en la niebla

y empiezo a recordarte.

lunes, 20 de mayo de 2013

en olvido



Teniendo palomas al viento
Volamos contra el sentido que cega
A mordidas arrancamos el dolor
Adormecido entre mis piernas abiertas

Contamos con el tiempo suficiente
Para regalarnos el universo eterno
Mirando tus ojos lo resuelvo en instante
El tiempo suficiente es acaso más de 1 minuto

Durante largo tiempos admiré tu compostura
A veces esa prudencia, de cercana me pudría
Pero supiste, supimos trabajarnos en olvido

Por si acaso me recordabas, tiembla de lo vivido

lunes, 6 de mayo de 2013

Impaciencia sobre una vida


Si una vida se concibe en pro de sus desos, se transofrma y crece, o se deforma, pero siempre hacia delante. Mas si una vida se esperanza a la llegada de un segundo -ya ni hablar de terceros-, se perturba, se sume en un abismo que la traga hasta ponerla gris, hasta hacerla materia de deshecho nuclear, a punto de explotar si le vuelve el recuerdo de lo que es ser vida misma, saberse natural y propia en su espacio, naturalemente que elegirías ser el Yo.
Sin enmbargo, tomando en cuenta las consecuencias que la vida se construye para no dejarte hacer, llamemoslo error y acicate, o quizá aprendizaje, volteas para saber como arañarle un pedazo de grito libre a la vida. Mejor será asumir las consecuencias como una sóla, aunque esto te parta la virtud y el pensamiento en pedazos, te sabras reconstruir, te sabrás armar en tu propio destino.
Errar es de los verbos más humanos que he conocido, y yo, a sabiendas que soy de las mujeres más humanas que existen, he tenido la gracia del error a vastedad en mi vida. Que si he aprendido se preguntarán quienes me acompañan en el camino, los que me observan tal vez piensen que soy una ganadora, alguien grande, o alguien indigna de señalar el error en los demás, sin embargo, señalo el error sufrido, siendo que se incia siempre de la misma manera una equivocación.
Me inhunda la dicha cuando pienso que sigo, y estoy como tantos se congratularían de estar, me encuentro sola viviendo, feliz con la familia, el amor que me tienen les redime el resentimiento, me perdonan pues saben lo que soy por ellos, lo que a últimas fechas, soy solamente  para mí. Muestro la cara de frente, con la vergüenza no a cuestas, si no superada, sobrepasada por la gloria que me deparo, que me auguro y que vendrá cuando la muerte me reconozca un lugar en la mente del inmortal.
No, no busco la inmortalidad, no busco ni siquiera el recurdo perdurable, busco el instante, busco el estar con quien sea necesario estar, busco el encontrarme entre los mejores de la raza, aunque la mediocridad inhunde mi rededor, pero soy, grande y sola y feliz, para vanagloriar a quienes me hicieron.

Infección


Bienaventurados los imbéciles,
porque de ellos es el reino de la tierra

El sol. Cómo estar sentado en un parque y no decir nada. La una y media de la tarde. Camino caminas. Caminar con un amigo y mirar a todo el mundo. Cali a estas horas es una ciudad extraña. Por eso es que digo esto. Por ser Cali y por ser extraña, y por ser a pesar de todo una ciudad ramera.
-Mirá, allá viene la negra esa.
-Francisco es así, como esas palabras, mientras se organiza el pelo con la mano y espera a que pasa ella. Ja! Ser igual a todo el mundo.
Pasa la negra-modelo. Mira y no mira. Ridiculez. Sus 1,80 pasan y repasan. Sonríe con satisfacción. Camina más allá y ondula todo, toditico su cuerpo. Se pierde por fin entre la gente, ¿y queda pasando algo? No nada. Como siempre.
(Odiar es querer sin amar. Querer es luchar por aquello que se desea y odiar es no poder alcanzar por lo que se lucha. Amar es desear todo, luchar por todo, y aún así, seguir con el heroísmo de continuar amando. Odio mi calle, porque nunca se rebela a la vacuidad de los seres que pasan por ella. Odio los buses que cargan esperanzas con la muchacha de al lado, esperanzas como aquellas que se frustran en toda hora y en todas partes, buses que hacen pecar con los absurdos pensamientos, por eso, también detesto esos pensamientos: los míos, los de ella, pensamientos que recorren todo lo que saben vulnerable y no se cansan. Odio mis pasos, con su acostumbrada misión de ir siempre con rumbo fijo, pero maldiciendo tal obligación. Odio a Cali, una ciudad que espera, pero que no le abre las puertas a los desesperados)
Todo era igual a las otras veces. Una fiesta. Algo en lo cual uno trata desesperadamente de cambiar la tediosa rutina, pero nunca puede. Una fiesta igual a todas, con algunos seductores que hacen estragos en las virginidades femeninas… después, por allá… por Yumbo o Jamundí, donde usted quiera. Una fiesta con tres o cuatro muchachas que nos miran con lujuria mal disimulada. Una fiesta con numeritos que están mirando al que acaba de entrar, el tipo que se bajó de un carro último modelo. Una fiesta con uno que otro marica bien camuflado, y lo más chistoso de todo es que la que tiene al lado trata inútilmente de excitarlo con el codo o con la punta de los dedos. Una fiesta con muchachas que nunca se han dejado besar del novio, y que por equivocación son lindas. Y también con F. Upegui que entra pomposamente, viste una chaqueta roja, hace sus poses de ocasión y mira a todos lados para mirar-miradas. Una fiesta con la mamá de la dueña de casa, que admira el baile de su hijita pero la muy estúpida no se imagina si quiera lo que hace su distinguida hija cuando está sola con un muchacho, y le gusta de veras. Una fiesta donde los más hipócritas creen estar con Dios, maldita sea, y lo que están es defecándose por poder amachinar a la novia de su amigo… piensan en Dios y se defecan con toda calma mientras piensas en poder quitársela.
Sí, odio a Cali, una ciudad con unos habitantes que caminan y caminan… y piensan en todo, y no saben si son felices, no pueden asegurarlo. Odio a mi cuerpo y mi alma, dos cosas importantes, rebeldes a los cuidados y normas de la maldita sociedad. Odio mi pelo, un pelo cansado de atenciones estúpidas, un pelo que puede originar las mil y una importancias en las fuentes de soda. Odio la fachada de mi casa, por estar mirando siempre con envidia a la de la casa del frente. Odio a los muchachitos que juegan fútbol en las calles, y que con crueldades y su balón mal inflado tratan de olvidar que tienen que luchar con todas sus fuerzas para defender su inocencia. Sí, odio a los culicagados que cierran los ojos a la angustia de más tarde, la que nunca se cansan de atormentar todo lo que encuentra… para seguir otra vez así: con todo nuevamente, agarrando todo, todo !. Odio a mis vecinos quienes creen encontrar en un cansado saludo mío el futuro de la patria. Odio todo lo que tengo de cielo para mirar, sí, todo lo que alcanzo, porque nunca he podido encontrar en él la parte exacta donde habita Dios.
Conozco un amigo que le da miedo pensar en él, porque sabe que todo lo de él es mentira, que él mismo es una mentira, pero que nunca ha podido –puede- podrá aceptarlo. Sí, es un amigo que trata de ser fiel, pero no puede, no, lo imposibilita su cobardía.
Odio a mis amigos… uno por uno. Unas personas que nunca han tratado de imitar mi angustia. Personas que creen vivir felices, y lo peor de todo es que yo nunca puedo pensar así. Odio a mis amigas, por tener entre ellas tanta mayoría de indiferencia. Las odio cuando acaban de bailar y se burlan de su pareja, las odio cuando tratan de aparentar el sentimiento inverso al que realmente sienten. Las odio cuando no tratan de pensar en estar mañana conmigo, en la misma hora y en la misma cama. Odio a mis amigas, porque su pelo es casi tan artificial como sus pensamientos, las odio porque ninguna sabe bailar go go mejor que yo, o porque todavía no he conocida ninguna de 15 años que valga la pena para algo inmaterial. Las odio porque creen encontrar en mí el tónico ideal para quitar complejos, pero no saben que yo los tengo en cantidades mayores que los de ellas… por montones. Las odio, y por eso no se lo dejo de hacer porque las quiero y aún no he aprendido a amarles.
No sé, pero para mí lo peor de este mundo es el sentimiento de impotencia. Darse cuenta uno de que todo lo que hace no sirve para nada. Estar uno convencido que hace algo importante, mientras hay cosas mucho más importantes por hacer, para darse cuenta que se sigue en el mismo estado, que no se gana nada, que o se avanza terreno, que se estanca, que se patina. Rrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr——————rrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr———————rrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr no poder uno multiplicar talentos, estar uno convencido que está en este mundo haciendo un papel de estúpido, para mirar a Dios todos los días sin hacerle caso.
¿Y qué? ¿Busca algo positivo uno? ¿Lo encuentras? Ah, no. Lo único que hace usted es comer mierda. Vamos hombre, no importa en que forma se encuentra su estómago, piense en su salvación, en su destino, por Dios, en su destino, pero esta bien, eso no importa. ¿Qué no? Vea, convénzase: por más que uno haga maromas en esta vida, por más que se contorsione entre las apariencias y haga volteretas en medio de los ideales, desemboca uno a la misma parte, siempre lo mismo… lo mismo de siempre. Pero eso no importa, no lo tome tan en serio, porque lo más chistoso, lo más triste de todo es que UD. Se puede quedar tranquilamente, s u a v e m e n t e,  d e f e c á n d o s e, p u d r i é n d o s e,  p o c o  a   p o c o,   t ó m e l o   c o n   c a l m a… ¡Calma! ¡Por Dios, tómelo con calma!
Odio la avenida sexta por creer encontrar en ella la bienhechora importancia de la verdadera personalidad. Odio el Club Campestre por ser a la vez un lugar estúpido, artificial e hipócrita. Odio el teatro Calima por estar siempre los sábados lleno de gente conocida. Odio al muchacho contento que pasa al lado que perdió al fin del año cinco materias, pero eso no le importa, porque su amiga se dejó besar en su propia cama. Odio a los maricas por estúpidos en toda la extensión de la palabra. Odio a mis maestros y sus intachables hipocresías. Odio las malditas horas de estudio por conseguir una maldita nota. Odio a todos ellos que se cagan en la juventud todos los días.
¿Es que sabes una cosa? Yo me siento que no pertenezco a este ambiente, a esta falsedad, a esta hipocresía. Y ¿Qué hago? No he nacido en esta clase social, por eso es que te digo que no es fácil salirme de ella. Mi familia está integrada en esta clase social que yo combato, ¿Qué hago? Sí, yo he tragado, he cagado este ambiente durante quince años, y, por Dios, ahora casi no puedo salirme de él. Dices que por qué vivo yo todo angustiado y pesimista? ¿Te parece poco estar toda la vida rodeado de amistades, pero no encontrar siquiera una que se parezca a mí? No sé que voy a poder hacer. Pero a pesar de todo, la gloria está al final del camino, si no importa.
La odio a ella por no haber podido vencer a su propia conciencia y a sus falsas libertades. La odio porque me demostró demasiado rápido que me quería y me deseaba, pero después no supo responder a estas demostraciones. La odio porque no las supo demostrar, pero ese día se fue cargando con ellas para su cama. Yo la quiero muchacha estúpida, ¿no se da cuenta? Pero apartándonos de eso la odio porque me originó un problema el berraco y porque siempre se iban con mis palabras, con mis gestos y mis caricias, con todo… otra vez para su cama. Pero, tal vez, para nosotros exista otra gloria al final del camino, si es que todavía nos queda un camino… quién sabe…
Odio a todas las putas por andar vendiendo añoraciones falsas en todas sus casas y calles. Odio las misas mal oídas… Odio todas las misas. Me odio, por no saber encontrar mi misión verdadera. Por eso me odio… y a ustedes ¿les importa?
Sí, odio todo esto, todo eso, todo. Y la odio porque lucho por conseguirla, unas veces puedo vencer, otras no. Por eso la odio, porque lucho por su compañía. La odio porque odiar es querer y aprender a amar. ¿Me entienden?. La odio, porque no he aprendido a amar y necesito de eso. Por eso odio a todo el mundo, no dejo de odiar a nadie, a nada…
A nada
A nadie
Sin excepción!
Tomado de “Destinitos Fatales”
Andrés Caicedo Estela

martes, 23 de abril de 2013

Rarezas


Quedarse sin ellos, sin ellos, sin nada, sin nadie.
Sin la madre, sin el padre. Sin el amo, sin futuros hijos.
Sin el amante
Pero también sin el sol, este sol;
Sin esas nubes, flacas, esmirriadas, a tono con el país;
Sin esos pobres, avergonzados, legítimos restos de la pasividad;
Sin la rutina (bendita, querida, dulce, afrodisíaca, abrigada, perfecta rutina);
Sin la minuciosa lectura nocturna frente al ventanal hacia la calle;
Sin esos vértigos dulzones que sobrevienen con dos días de no mirarte;
Pero sobre todo al mirar al cielo;
Sin esta gente apurada
-feliz porque no sabe nada de sí misma-
que corre a mentirse, a asegurar su butaca en la eternidad
o a comentar el encantador heroísmo de los otros;
Sin el descanso como bálsamo
Sin los libros como borrachera
Sin el alcohol como resorte
Sin el sueño como muerte
Sin la vida como vigilia
-¡momento!-
Sin la vida simplemente

(Mario Benedetti... modificado para ti)



Religión y realidad

Escrito 23-02-99


La noche se tiñe obscura
por el canto de los grillos,
el cual lleva oculto
los lamentos reprimidos
de la tribu de Arimathea,
hijos de morales infundadas
por un Dios rencoroso y vengativo,
lleno de cólera al mal servidor
y al ciervo traicionado
por creencias burdas,
deshechos de lo que el "hombre" dejó.

Ahora la humanidad afora a su ser
e inflige para llegar a un tal cielo prometido,
pero no hay rastros de él, y se entregan
a una locura patológica, banal y vacía,
por cierta necesidad de llenar huecos vitales
como lo son sus creencias sin fundamentos.

Pero yo no seré quien realmente
vea la verdad, que acaba siendo propia
y no seré quien se las mostrará,
pues odio desde tiempo atrás me tienen
y solo necesito ser la chispa para que
aquellos incendiarios de sus bosques
se revelen contra sus creadores,
contra sus morales mal hechas,
producto de la necesidad de controlar,
y que lleguen a vanagloriar a Sodoma y Gomorra,
reflejo de nuestra sociedad,
pues lleva su pasado lleno de pecado
y con un suceso de curiosos muertos,
y nombrar a Loth como el salvador
y no poner al sexo ni al incesto como pecado
ni palabras prohibidas sin razón,
solo ser quien he formado
utópicamente en mi imaginación,
formando un nuevo mundo
parecido a lo que tenemos, no hay más,
lleno de dicha y negación.


Alegría Martínez

...


…y quiero morir, entrar en tus ojos tan dentro
que arañe tu alma y arrancarte el corazón…

…y quiero gritar, ser parte de ti un momento
y poder sentir tu rostro solo con mi voz…