lunes, 6 de mayo de 2013

Impaciencia sobre una vida


Si una vida se concibe en pro de sus desos, se transofrma y crece, o se deforma, pero siempre hacia delante. Mas si una vida se esperanza a la llegada de un segundo -ya ni hablar de terceros-, se perturba, se sume en un abismo que la traga hasta ponerla gris, hasta hacerla materia de deshecho nuclear, a punto de explotar si le vuelve el recuerdo de lo que es ser vida misma, saberse natural y propia en su espacio, naturalemente que elegirías ser el Yo.
Sin enmbargo, tomando en cuenta las consecuencias que la vida se construye para no dejarte hacer, llamemoslo error y acicate, o quizá aprendizaje, volteas para saber como arañarle un pedazo de grito libre a la vida. Mejor será asumir las consecuencias como una sóla, aunque esto te parta la virtud y el pensamiento en pedazos, te sabras reconstruir, te sabrás armar en tu propio destino.
Errar es de los verbos más humanos que he conocido, y yo, a sabiendas que soy de las mujeres más humanas que existen, he tenido la gracia del error a vastedad en mi vida. Que si he aprendido se preguntarán quienes me acompañan en el camino, los que me observan tal vez piensen que soy una ganadora, alguien grande, o alguien indigna de señalar el error en los demás, sin embargo, señalo el error sufrido, siendo que se incia siempre de la misma manera una equivocación.
Me inhunda la dicha cuando pienso que sigo, y estoy como tantos se congratularían de estar, me encuentro sola viviendo, feliz con la familia, el amor que me tienen les redime el resentimiento, me perdonan pues saben lo que soy por ellos, lo que a últimas fechas, soy solamente  para mí. Muestro la cara de frente, con la vergüenza no a cuestas, si no superada, sobrepasada por la gloria que me deparo, que me auguro y que vendrá cuando la muerte me reconozca un lugar en la mente del inmortal.
No, no busco la inmortalidad, no busco ni siquiera el recurdo perdurable, busco el instante, busco el estar con quien sea necesario estar, busco el encontrarme entre los mejores de la raza, aunque la mediocridad inhunde mi rededor, pero soy, grande y sola y feliz, para vanagloriar a quienes me hicieron.

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