De las transformaciones que mi vida va teniendo, transitando y transitada esta el dar vida, el volverme compañera y guía, maternar.
El proceso del embarazo ha sido una experiencia genial, sin duda digna de repetir (sin embargo no deseo ser madre de otro ser humano). Desde que me enteré que estaba embarazada le he llamado a Ema, quien fue mi partera y apoyo en muchos temas respecto al embarazo, parto, postparto y cuidados iniciales de bebé.
A ella la conocí cuando fue a hablar sobre familias lesbomaternas en un diplomado de derechos LGBTTTI, ahí ella dijo que estudiaba para ser partera, cosa que me quedé muy grabada pues, entre mis deseos de ser mamá, tenía como plan que fuera a través de parto natural, no quería ingresar a un hospital.
Total que la contacto, nos vemos y comenzamos a llevar un seguimiento amable, relajado, con información y revisiones de mi estado de salud, emocional, social, y con lecturas que me aportaron mucho para saberme segura y lista aunque acabara de fallecer mi mamá.
La ocasión que sentí que pude vivir violencia obstétrica fue al asistir a las consultas del IMSS (pues para la incapacidad laboral se requiere asistir al menos 5 consultas médicas), quizá puedan decir que he sido una alarmista respecto al por qué me sentí violentada pero, el que llegara al seguro y señalara que era madre lesbiana soltera fue un punto para que el discurso y trato cambiara, la médica que me atendía dejó de decirme señora y comenzó a decirme "chamaca", y me daba los cuidados como si me estuviera regañando, yo fuera idiota y no entendiera lo que me dice, y cuando le señalé que iba a ser parto en casa la situación se puso algo más intensa, sin embargo para este entonces ya tenía mi incapacidad aprobada y simplemente ignoré lo sucedido.
Ya hacia las ultimas semanas me la pasé en mi departamento con visitas de algunas amigas que estuvieron atentas a mi proceso (considerando que vivía en ese entonces sola en el departamento, era necesario).
Hice planes de quién estaría conmigo cuando naciera mi Leona, aunque fue un poco decepcionante el que los planes que hacía se vinieran abajo, mi hermano no quería estar ni presente ni cerca (nunca he hablado con él sobre la razón que lo llevó a esta decisión), no tenía mucha familia cercana a quien poder recurrir, y me intenté refugiar en la compañía de mis amigas, sin embargo siendo de grupos lésbicos poliamorosos que no consideran la maternidad en su presente o futuro inmediato sentía que no comprendía mi necesidad de presencia, y estaban pero no estaban, yo tampoco entendía como iba pasando esos días, y tampoco sabía expresar las necesidades que tenia.
Todo el proceso lo acompañé también de mi psicóloga – YEX-, quien fue un aporte muy grande para poder superar la situación d violencias que llevaba yo arrastrando con el progenitor de mi beba.
Leonora nació a la semana 41, llevando yo dos semanas de espera, aunque con cierta sensación de no querer que saliera, en tanto la comodidad, satisfacción y placer que me daba tenerla en mi vientre crecía, pues entre más crecía ella, más se movía, más espacio ocupaba y ufff, cuando rozaba con mi parte baja del vientre aaaaaaaah que humedades. Sin duda, un embarazo húmedo y muy placentero.