escrito el 23 de febrero de 1999
La noche se tiñe obscura
por el canto de los grillos,
el cual lleva oculto
los lamentos reprimidos
de la tribu de Arimathea,
hijos de morales infundadas
por un Dios rencoroso y vengativo,
lleno de cólera al mal servidor
y al ciervo traicionado
por creencias burdas,
deshechos de lo que el hombre dejó.
Ahora la humanidad afora a su ser
e inflige para llegar a un tal cielo prometido,
pero no hay rastros de él, y se entregan
a una locura patológica, banal y vacía,
por cierta necesidad de llenar huecos vitales
como lo son sus creencias sin fundamentos.
Pero yo no seré quien realmente
vea la verdad, que acaba siendo propia
y no seré quien se las mostrará,
pues odio desde tiempo atrás me tienen
y solo necesito ser la chispa para que
aquellos incendiarios de sus bosques
se revelen contra sus creadores,
contra sus morales mal hechas,
producto de la necesidad de controlar,
y que lleguen a vanagloriar a Sodoma y Gomorra,
reflejo de nuestra sociedad,
pues lleva su pasado lleno de pecado
y con un suceso de curiosos muertos,
y nombrar a Loth como el salvador
y no poner al sexo ni al incesto como pecado
ni palabras prohibidas sin razón,
solo ser quien he formado
utópicamente en mi imaginación,
formando un nuevo mundo
parecido a lo que tenemos, no hay más,
lleno de dicha y negación.
Karla Alegría Martínez Roa